Nadie puede negar que el comienzo de año 2022 ha sido muy frenético a nivel mundial, parecía que la crisis sanitaria comenzaba a tomar el rumbo de estar "bajo control", cuando de repente nos estalló un conflicto externo que ninguno de nosotros contaba con él hace apenas 3 o 4 meses.
Teníamos en mente que el 2022 iba a ser un año glorioso para la recuperación económica mundial, sobre todo para aquellos países que peor lo habían pasado por su dependencia económica a ciertos sectores más sensibles al aislamiento. Las previsiones de PIB actuales se han visto mermadas en algunos casos hasta un 50% con respecto a los informes de finales de 2021, y ciertos países verán retrasada su completa recuperación como mínimo hasta 2023.
Ahora bien, ¿Estamos siendo realistas pensando que la economía crecerá de igual forma a ritmos del 3% - 4% a nivel mundial?
Llevándolo al terreno de los países occidentales, tenemos problemas apilados y cada vez más graves en el corto plazo:
1- Inflación más alta en 4 décadas: El tener tasas de inflación entorno al 8% (algunos casos superior) no solo lastra el crecimiento macroeconómico de un país, sino que directamente destruye el poder adquisitivo de las clases bajas y medias, que son las que realmente sostienen una economía con sus impuestos e ingresos. Además, el equilibrio para reducir dicha inflación es muy delicado, pues se tiene que hacer en una fina línea entre el estancamiento económico y el poder de renta particular y empresarial.
2- Subidas de tipos de interés: Si durante los últimos meses no has escuchado algo relacionado con la inflación o los tipos de interés, es que probablemente vivas en tu pequeña burbuja sin información. Los bancos centrales mundiales, y sobre todo nuevamente los occidentales, están proponiendo y realizando subidas de los tipos de interés para dificultar el acceso al crédito fácil y que el flujo de dinero en circulación se reduzca. De esta forma, tanto el consumo, como la venta de casas y muchos otros factores caerán, propiciando la esperada bajada de la inflación.
Ahora bien, como decía en el punto 1, si estas subidas son demasiado fuertes, el frenazo económico puede ser mayor de lo deseado, y puede lanzar la economía a la recesión. En cambio, si las subidas son moderadas e insuficientes, pueden seguir provocando una continuación del incremento inflacionario y causar un daño mayor a posteriori.
Las subidas de tipos, van siempre acompañadas de un fortalecimiento de la moneda local, por eso por ejemplo, podemos ver como el Dollar estadounidense ha ganado tanto terreno al Euro en los últimos meses. Estados Unidos ya ha subido tipos y lo seguirá haciendo, mientras que Europa aún no lo ha hecho ni tiene intención en el corto plazo.
3- Reducción de estímulos monetarios: Claro y conciso, los planes creados durante 2020 para fortalecer la economía han provocado gran parte de la inflación actual, y es otro de los motivos por los cuales se reducirán drásticamente las grandes compras de bonos e inyecciones directas de capital a la economía doméstica y empresarial. Menos inversión y menos flujo de dinero = más lentitud de expansionismo macroeconómico.
4- Atasco de las cadenas de suministro: Si habéis intentado comprar un coche, un móvil, ordenador o cualquier otro objeto que provenga sobre todo de la fábrica del mundo (China), sabréis que los tiempos de espera han aumentado mucho. En algunos casos como los coches, hay esperas de hasta 1 año para recibirlo (de ahí el auge de las empresas de coches de segunda mano).
Una oferta al principio de la pandemia mermada junto a una demanda superior a la de 2019, han provocado que el atasco sea descomunal. Y como todo lo que tenga que ver con compra/venta, la ley de la oferta y la demanda es la reina del mercado, disparando los precios por las nubes.
5- Guerra en Europa: Por supuesto no podía faltar este factor que está influyendo de lleno en los cuatro puntos anteriores. Ahora bien, debemos recordar que la inflación estaba ya por las nubes mucho antes de que este conflicto estallase, pero también decir, que este conflicto ha acelerado los puntos anteriormente mencionados.
Lo podemos ver de lleno en el precio de las materias primas. Petróleo, gas natural, acero, hierro, madera, grano, etc... Tanto Rusia como Ucrania son grandes productores mundiales de muchas materias, y la posición adoptada de generar sanciones económicas a Rusia no son en balde.
Casi todos los presupuestos generales de los países dependientes del petróleo y gas estaban diseñados para un barril entre los $60 y $70. Actualmente el precio del Brent se encuentra entorno a los $105, un 50% por encima de los cálculos. Esto se traduce en más déficit presupuestario, más deuda en el corto plazo y menor crecimiento económico.
Las dos preguntas clave aquí son, ¿Cuánto tiempo va a durar este conflicto? y ¿Habrá algún otro país que se involucre directamente en el conflicto?
Evidentemente cuanto más se alargue y más grande se haga, peor será para la humanidad y por supuesto para su economía. Pero esto es algo que desconocemos y no queremos elucubrar.
Dicho todo esto y bajo mi punto de vista, creo que estamos siendo demasiado optimistas con las estimaciones macroeconómicas para este 2022. Europa tiene un riesgo muy alto de acabar como mínimo algún trimestre de los próximos cuatro en recesión y aunque Estados Unidos también lo pueda sufrir, debemos decir que es un país bastante mejor posicionado que el viejo continente.
Este optimismo muchas veces politizado suele desencadenar una reacción tardía e insuficiente, pese a que muchas firmas de inversión globalmente reconocidas ya nos lleven advirtiendo de lo mismo durante hace casi ya 2 meses.
Lo mejor que podemos hacer a nivel individual, es tratar de encontrar el mejor refugio posible en nuestras inversiones para poder lidiar con los baches que se avecinan en la carretera próximamente.
A P B

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