Psicología de Mercado
- accionespersonales
- 13 may 2023
- 5 Min. de lectura
La idea de que vivimos tiempos convulsos a nivel mundial lleva siendo algo recurrente durante muchas generaciones. Hace 100 años la calidad de vida general como especie era muy inferior a la actual, sin embargo, parece que la provocación de nuestras inquietudes del día a día no han evolucionado de la misma manera que lo ha hecho nuestro entorno a nivel global.
Seamos de la generación que seamos, todos hemos vivido ciertos acontecimientos diplomáticos, económicos, sociales o laborales, aunque siempre teniendo en cuenta que la experiencia individual aquí claramente es de ayuda. La planificación personal, grupal o nacional puede verse truncada de un momento para otro, por factores internos fruto de nuestra propia irresponsabilidad o desconocimiento u otros ajenos a nuestra situación que nos golpean de igual forma.
En el mundo económico y bursátil, podemos ver como prácticamente a diario estas noticias provocan sensaciones mixtas que terminan moviendo los mercados financieros mundiales. Dentro de este terreno, podemos encontrar a un alto porcentaje de inversores particulares. Por poner un ejemplo, en Estados Unidos el 60% de la población invierte su dinero en bolsa, en España aproximadamente un 23%, mientras que en México apenas llega al 2%.
Para muchos, ese dato quizás le haya sorprendido, hay que tener cuenta que estamos hablando de muchos millones de personas. Pero, este dato, contrasta con el pésimo retorno medio que dicha población suele recibir haciendo estas prácticas. Tomando los datos oficiales, más del 80% de estos inversores particulares o minoristas pierden dinero. ¿A qué se debe? ¿Es un hecho que se deba a la falta de formación o podríamos aislarlo a que un particular lucha contra los titanes financieros con recursos infinitamente superiores?
Vamos por partes.
Actuación de las carteras minoristas promedio vs S&P 500 desde los máximos de 2021

Si a cualquier persona en la calle le informamos de que otra cualquiera realiza inversiones (sean del tipo que sean), ¿Qué idea creéis que se le vendrá a la cabeza como norma general sobre el desempeño económico individual que dicho inversor pueda tener?
En efecto, lo más seguro es que asocie la palabra "inversor" a "éxito", cuando estadísticamente ya hemos mencionado que en la mayoría de los casos no es así. Por lo tanto, ¿En qué falla el inversor particular?
Dejando al margen el factor obvio y que ya hemos mencionado en muchas ocasiones como puede ser la falta de formación individual, me gustaría centrarme en los impulsos y la actitud psicológica frente a la praxis bursátil. De hecho, en el momento que una persona ha alcanzado un nivel medio decente de conocimientos financieros, la formación adicional podría llegar a volverse secundaria (nunca imprescindible) si lo comparamos con la capacidad propia de controlar nuestros pensamientos, objetivos y hoja de ruta propuesta para acabar ganando.
¿Por qué digo esto? Porque el ser humano en línea general no deja de ser un animal que sigue la tendencia que la mayoría popular implanta. Quizás aquí estés pensando: "Yo no sigo lo que hacen los demás", y es ahí donde te haría mi humilde pregunta de pararte a reflexionar si: ¿Tienes un smartphone?, ¿Escuchas música famosa?, ¿Publicas fotos de tu vida en redes o sigues a influencers?, ¿Te alegra ver como el partido político al que votaste sale victorioso del parlamento por un debate polémico?
Si en cualquiera de las anteriores preguntas o muchas otras que podrían ser mencionadas respondiste que sí, significa que para ciertas cosas eres parte de la tendencia.

Y es que al margen de dichas cuestiones socioculturales relativas a cada país o región, la bolsa es el claro ejemplo en el que los inversores particulares y no corporativos convergen. Su escáner popular puede definirse como individuo con expectativas de hacer dinero de forma sencilla, tener retornos muy altos porque ha visto como un pequeño porcentaje de personas lo han conseguido y creer que por el simple hecho de tener un mínimo conocimiento del entorno en el que se mueve, no va a poder fallar en sus operaciones.
Por supuesto hay excepciones, tenemos al otro 20% que no pierde dinero, pero al igual que tenemos a un pequeño porcentaje de población que no tiene un smartphone, los que no escuchan la música tendencia (sea del género que sea) o en general todos los demás aspectos que ya hemos mencionado.
¿A dónde quiero llegar pues con esta reflexión?. A que aquellas personas que se encuentran dentro del 80% que tienen pérdidas a la hora de invertir, en muchos de los casos están aplicando una psicología de mercado poco apropiada a sus propias condiciones y facultades mentales (especialmente la fortaleza y la perseverancia), al estilo de vida que tienen (quizás no disponen de tiempo o ganas de dedicarle lo que ello conlleva) o al simple hecho de que se dejan llevar por la tendencia que tiene la bolsa en ese momento.
Con tendencia nos referimos a que si nos encontramos en un periodo como 2010-2019 en Wall Street en el que hubo unos espectaculares retornos anualizados a nivel de índices, las instituciones financieras y gestores habrían comprado en los primeros momentos del ciclo, los inversores particulares pertenecientes al 20% ganador, durante los primeros años, mientras que los pertenecientes al otro 80% simplemente compraron cuando el ciclo técnico marcaba máximos, con valuaciones por encima de las históricas y que además liquidaron sus posiciones en el momento que hubo correcciones como las de 2015 o 2018, pese a que meses después todo se había vuelto a recuperar.
Es por ello que el control de los impulsos, el raciocinio, la estrategia bien preparada y flexible para poderla adaptar de manera eficiente a los ciclos económicos y bursátiles, te llevan a tener una probabilidad mucho más alta de poder acabar perteneciendo al 20%. A todo esto, nunca podemos olvidar la aplicación del conocimiento del que dispongamos, clave a la hora de evaluar el tipo de estrategia y el "momentum" del mercado en el que nos encontramos.
Visto desde fuera, parece muy fácil aplicar la norma a largo plazo de comprar en momentos de pánico bursátil y vender en momentos de euforia, pero el factor psicológico siempre va a acabar encontrando una escusa que nos lleve a procrastinar lo que podría ser el momento ideal bajo nuestra propia estrategia, y nos llevará a tener que entrar en luchas internas con nosotros mismos sobre el bien y el mal.
Por otro lado, todos deberíamos normalizar nuestros errores, y con normalizar no me refiero a ignorarlos, la clave está en analizarlos y en saber que siempre van a ocurrir, ya que nunca va a llegar el momento en el que siempre tengamos razón. De hecho, cuanta menor experiencia tenga el inversor particular, más probable será que cometa errores que a ojos de otros más experimentados podrían ser de principiantes, pero aún así, no pensemos que los grandes inversores de la talla de Warren Buffett, Charlie Munger, Ray Dalio o Bill Gates no los cometen en algún momento. La diferencia está en que ellos no tiraron la toalla cuando comenzaron, y consiguieron afinar sus estrategias con el paso de los años.
No hay un buen o mal momento para empezar a invertir, solo existen las buenas o malas decisiones que nosotros mismos tomamos.
A P B

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